En un estudio de investigación que se realizó en la periferia de la ciudad de La Plata, el autor actual rector de la Universidad Pedagógica Nacional (Unipe), profesor Mariano Dubín; hace notar cómo los niños y niñas de lugares considerados marginales y con poco acercamiento a las prácticas de lectura y escritura (Sawaya, 2001) traen a la luz ciertos comentarios en relación a su mundo circundante, exponiendo sus puntos de vista en prácticas discursivas que rondan otras formas de pensar la literatura.
“En esta perspectiva, la expresión verbal surge como expresión de las relaciones con el mundo y con los otros, puestas en juego en la constitución de esos niños y niñas como sujetos hablantes”. (Sawaya, 2001, pág. 117)
En este punto es necesario que en el aula se concrete la lectura como un “acto social de continuo intercambio, donde el docente establece puentes entre los niños y los textos” (Rockwell, 2005), aunque éste debe desplazarse del lugar de referente que detenta saber para permitir la circulación del saber entre los participantes y la paulatina “conformación social del gusto que constituye elecciones que cada uno haya hecho a partir de un recorrido por la literatura” (Culler citado en Cuesta, 2012, pág. 11)
La posibilidad de transformar las clases de lectura e intercambio en “aula de taller literario” permite recoger las experiencias del entorno real de los niños y niñas, generando la disposición para seguir leyendo y profundizando sus comentarios, “compartiendo dispositivos, comportamientos, actitudes y significados culturales en torno al acto de leer” (Chartier citado en Rockwell, 2005).
Es fundamental proponer textos y actividades significativas. La historia tiene que llegar al niño, tiene que atravezarlo y quedarse con él. Son significativos los cuentos y otros discursos que los invitan a soñar o a crear otras historias, o vincularlas con su entorno sociocultural, aquellas narrativas cuyos personajes se convierten en seres con existencia real.
Dichas actividades son las que despiertan o alimentan la creatividad. Las que permiten ingresar al texto por otras vías, por otros discursos, otras vías de diversión o de juego.
Estas actividades deben tener como finalidad optimizar las competencias comunicativas donde se genere un clima ideal para conversar sobre sus gustos, sus temores, para trabajar la expresion oral, canalizar estados de ánimo, para inventar, para escribir, etcétera.
Entonces, las actividades propuestas en las aulas a modo de taller se combinan con propuestas de observacion de otras formas de discursos, como los dibujos animados de los que se dialoga muchísimo hacia nuestros días, contemplando los aportes que éstos brindan a través de la interpretación realizada por los niños y niñas y haciendo registros para guardar memoria.
Para reflexionar entre docentes es empezar a visualizar la riqueza de los textos y proponer la apertura de discursos que son parte de los recursos culturales que nuestros estudiantes consumen y traen a la escuela como formas y maneras de pensar lo literario.
Liliana Manente – Portal de Recursos Pedagógicos