¿Cómo se lee literatura en la escuela?

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No existe una sola manera de leer literatura en la escuela, de hecho existen formas de lectura totalmente dispares que hacen a la literatura una fuente inagotable de sentidos y de maneras de leer lo literario.

El carácter ficcional de los textos y el predominio de cierto uso o función del lenguaje son los dos factores constantes en un amplio conjunto de definiciones (o, en un sentido más amplio, concepciones) de la literatura que podemos denominar inmanentes o “esencialistas”, pues consideran que es posible delimitar si un texto es literario o no por medio de un rasgo o una condición inherente a él. A aquellos dos factores se les agregan a veces otros más inasibles, como la belleza del texto o la emoción estética que produce.

Y aquí nos detenemos.

Para quiénes estamos en las aulas, elegir un género literario nos involucra en un acto de lectura previa que justamente nos atraiga por alguna condición que el autor profese en ese discurso.

Si esto ocurre siendo docentes con una formación, entonces la motivación será constante en nuestros estudiantes…

El mundo literario ingresa a las aulas de la mano de un docente que previamente haya tenido contacto con el texto y en suma haya alcanzado esos niveles que el o los autores hayan querido expresar a través de esos “trucos” de la escritura.

Cristian Vaccarini habla de los lazos que tiene lo ficcional de la literatura con la realidad que vivimos; de hecho esto se reflejado en las intervenciones que nuestros estudiantes realizan en una ronda de intercambio propuesto por el docente al terminar de leer un cuento.

Muchas de las realidades y experiencias de vida son parte de la ficción que se escriben en los textos: esta idea de representación atañe a relaciones que se establecen del mundo y es acá dónde el relato toma un papel de veracidad.

Cuando intercambiamos ideas con nuestros estudiantes puede que se comparen hechos o personajes con ideas de la realidad y ésto sucede porque de alguna manera el relato nos hace pensar en un hecho que puede ser “creíble”.

En definitiva, si somos capaces como docentes, de abrir los espacios de intercambio a este tipo de conceptualizaciones, tenemos un excelente disparador para lograr afianzar la interpretación y comprensión en nuestros estudiantes.

Liliana Manente – Portal de Recursos Pedagógicos

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