En su columna, Gabriel Brener repasa las líneas de pensamiento de diferentes referentes de la pedagogía. En esta ocasión se refirió a la figura de Nano Balbo, defensor de los derechos humanos y la educación pública
Orlando “Nano” Balbo es considerado “parte del mejor legado de la pedagogía argentina”. Como militante popular siempre fue “más fiel a sus convicciones que a sus conveniencias”, hasta su fallecimiento en febrero de 2023, comentó Brener en su columna.
Brener contó que tuvo la oportunidad de disfrutar de las palabras de Nano en el Primer Congreso Internacional Educación e Inclusión desde el Sur, en Tierra del Fuego, en 2018. “Es todo un símbolo que se haya hecho acá, para construir una mirada desde el sur. Y estoy convencido de que tenemos que construir una pedagogía que mire al mundo desde el sur”, decía Balbo en aquel congreso.
“Hemos mirado mucho desde el norte porque la escuela es eurocentrista, etnocentrista, colonizadora y profundamente patriarcal. Esta escuela tiene que producir un cambio desde el Sur”, había dicho Nano para complementar la idea, según relató Brener.
“A Nano lo intentó borrar la dictadura, y no pudieron más que convertirlo en lo mejor de la resistencia a la barbarie y el horror”, dijo Brener. “A pesar de su terrible dolor personal y que las torturas y golpes lo dejaron sordo, jamás perdió su escucha hacia los más silenciados”, agregó. El secuestro de Balbo por parte de la dictadura fue el 24 de marzo del 76. Eventualmente, con la ayuda del entonces obispo de Neuquén, Jaime de Nevares, Nano salió de la cárcel para refugiarse en Roma.
A partir de 1985, año en que regresó a Argentina, el Nano Balbo se involucró con la Comunidad Mapuche Millain Currical, al norte de Neuquén. En el velatorio de Nano, en febrero, un miembro de esa comunidad compartió que “ese maestro lo ha marcado de por vida. Les enseñó la disputa que es la palabra. Cuando ustedes hablan en su idioma, les decía, es batalla ganada. El otro debe esforzarse por entenderlos”, recordó Brener.
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