Flavia Sarquís, Coach Ontológico, sostiene que el lenguaje ontológico nos permite explorar las interpretaciones que nuestros alumnos y alumnas tienen sobre su ser y hacer cotidiano en la escuela
“El lenguaje ontológico, propio del coaching educativo, posibilita entre otras cosas que en las aulas se acompañe el autoconocimiento, por ejemplo”, declaró Sarquís. También se favorece distinguir aprendizajes, y la estimulación de la creatividad. Del mismo modo, fortalece el desarrollo de la confianza. “Cuando como docentes logramos reconocernos como agentes conversacionales, logramos con mayor autenticidad diseñar cualquier entorno para aprendizajes más genuinos y complejos. Poner el foco en el tipo de conversaciones pedagógicas que logramos sostener en nuestras aulas nos vuelve educadores y educadoras más atentas al lenguaje que utilizamos. No sólo en términos de estilos conversacionales y comunicacionales, sino precisamente en cuanto a los propósitos mismos de estas conversaciones.”
La importancia de la Conversación Pedagógica
La Coach destacó la importancia de las conversaciones pedagógicas. Lograr que en estas “los alumnos y las alumnas puedan ser verdaderos protagonistas de decires, conclusiones, argumentaciones y explicaciones. Hasta definir posturas y posicionamientos, por ejemplo, resulta un valor agregado extraordinario a la hora de facilitar un aprendizaje”, explicó.
“En muchas oportunidades ponemos la atención en el hacer dentro de las aulas, y pocas veces en el decir”, criticó la especialista. “Sin embargo en la escuela, como en la vida misma, todo sucede en una conversación. Los procesos de aprendizaje surgen de conversaciones más o menos acertadas que abren o cierran oportunidades. De hacer, o de pensar. De creer, de crear y transformar la realidad que está viviendo el estudiante al aprender.”
Los 4 lenguajes
Sarquís habló de 4 tipos de lenguajes que no deberían faltar en las aulas, ya que conjugan diferentes experiencias de aprendizaje. “El primero de ellos, un lenguaje para creer. Que estimule el desarrollo de la confianza. Consignas de trabajo y devoluciones que permitan reconocer procesos al aprender y caminos que faltan recorrer, a sabiendas que a diferentes ritmos siempre se puede.” En segunda instancia se refirió a un lenguaje para crear, cuyos objetivos sean privilegiar el explorar, elegir, decidir, componer o innovar.
Un tercer lenguaje para pensar, “a partir de experiencias de aprendizajes que generen verdaderos desafíos cognitivos. Un pensamiento reflexivo e intencional a cada paso para los propósitos mismos del aprendizaje. Y, por último, un lenguaje para transformar.” La idea es con este lenguaje transformar la realidad, la autopercepsión. Los modos de hacer, de pensar y de decir que obstaculicen el aprender deben ser cambiados con esta herramienta.
“En las conversaciones cotidianas del aula, en pautas de trabajos, en consignas de evaluación, en instancias de retroalimentación y resolución de conflictos, en toda experiencia de aprendizaje deberíamos convertirnos en agentes conversacionales y en facilitadores del aprender a partir de estos cuatro lenguajes”, concluyó Sarquís.
