Fragmento de artículo de Marcelo Krichesky, Ana Manzo, Rafael Gagliano y Sandra Pederzolli.
Este artículo surge a partir de un estudio realizado en base a una encuesta semiestructurada suministrada a docentes, directivos e inspectores de diversos niveles y modalidades del sistema educativo, con motivo de los procesos de continuidad y discontinuidad pedagógica durante el ASPO y de las propuestas para el regreso a clases presenciales. De modo complementario se desarrollaron grupos de intercambio con docentes y directivos de educación inicial, primaria y secundaria, educación de jóvenes y adultos, y con supervisores de los niveles primario y secundario.
En este marco, el presente artículo recupera datos sistematizados de la encuesta y voces de los integrantes de los diversos grupos focales con el propósito de reconstruir la experiencia docente, apelando a la dimensión subjetiva y posiciones singulares que se configuran junto con tradiciones y culturas escolares, ante esta situación excepcional que implica la pandemia del COVID-19 en el sistema educativo.
El desarrollo se organiza en tres apartados: un primero que describe algunos rasgos generales de los efectos de la pandemia en el sistema educativo desde una perspectiva amplia; un segundo apartado que presenta tendencias generales encontradas en la encuesta suministrada y que acerca algunas continuidades y rupturas para la educación en contextos de pandemia, y por último, un tercero que recupera la experiencia docente en el contexto del ASPO y la búsqueda de la continuidad pedagógica a través de las voces oficiales y de la comunidad educativa.
Los efectos de la pandemia en el sistema educativo: antecedentes regionales y nacionales
A partir de marzo de 2020 la pandemia por coronavirus (COVID-19) ha provocado una crisis sin precedentes en todos los ámbitos. En la esfera de la educación, esta emergencia dio lugar al cierre masivo de las actividades presenciales en las escuelas en más de 190 países, con el fin de evitar la propagación del virus y mitigar su impacto. Para mediados de mayo de 2020, más de 1.200 millones de estudiantes de todos los niveles de enseñanza, en todo el mundo, habían dejado de tener clases presenciales en la escuela. De ellos, más de 160 millones eran estudiantes de América Latina y el Caribe (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2020). A ello se sumaba, en la búsqueda de reemplazar la enseñanza presencial por la enseñanza virtual, el acceso dispar a conexiones a Internet, que se corresponde con una distribución desigual de recursos que afecta principalmente a sectores de menores ingresos o mayor vulnerabilidad y que, en ciertos países, se corresponde con poblaciones de zonas rurales (Rieble-Aubourg & Viteri, 2020).
En el caso de Argentina, pese a las medidas de aislamiento, desde la suspensión de las clases presenciales en todos los niveles el 16 de marzo de 2020 (Res. N° 108/2020 del Ministerio de Educación de la Nación [MEN]), se generaron, al igual que en la mayoría de los países de América Latina, iniciativas para la continuidad pedagógica (Res. N° 363/2020 del Consejo Federal de Educación [CFE]). En este marco, la modificación del Art.o 109 de la Ley de Educación Nacional N° 26.206 de 2006, habilitó “transitoriamente el desarrollo de trayectorias educativas a distancia para los niveles y las modalidades de la educación obligatoria para menores de dieciocho (18) años de edad”.
Asimismo, se generó la Evaluación Nacional de la Continuidad Pedagógica (Res. No 363/2020 del CFE), protocolos marco y lineamientos federales para el retorno a clases presenciales en la educación obligatoria.
Por otra parte, ante el fenómeno de la pandemia y a partir de ella, el ASPO, las respuestas y cambios producidos, en particular en el ámbito educativo, han sido estudiados desde diferentes organismos y grupos de investigadores en diversos países. Desde los organismos internacionales y no gubernamentales se estudiaron las percepciones de la población frente a la pandemia (UNICEF, 2020) y se describieron las plataformas educativas de los ministerios de educación provinciales (Cardini, D ́Alessandre, & Torre, 2020).
Desde el Estado nacional, los resultados de la encuesta tomada por la Comisión de Ciencias Sociales de la Unidad Coronavirus COVID 19 del MINCyT-CONICET-Agencia (2020) señalaron las dificultades de la escolaridad virtual, entre estas, la falta de computadoras y acceso a Internet, y las limitaciones de los adultos y las adultas para acompañar en las tareas escolares a los niños, las niñas y adolescentes. Esta tendencia se ratificó en otros estudios centrados en el nivel secundario, en los que se expresa que las desigualdades educativas impactan en el trabajo docente, la ampliación de las brechas en el acceso y el uso de nuevas tecnologías y conectividad (Lion, 2020; Meo, 2020; Ruiz, 2020; Tranier, Bazán, Porta, & Di Franco, 2020).
En otras indagaciones realizadas en el período se analizaron los modos de estructuración de las plataformas educativas y las relaciones que los gobiernos educativos de las 24 jurisdicciones del país establecieron con familias, docentes y estudiantes (Di Piero & Miño Chiappino, 2020), así como la complejidad que asume la escuela en el hogar, con las pérdidas tradicionales del espacio y tiempo que pautó históricamente la escuela moderna (Dussel,
2020; Terigi, 2020).
Al momento de la finalización de este trabajo exploratorio (septiembre de 2020), comenzó a instalarse el debate (político institucional y mediático) sobre el regreso a clases y por lo tanto, los protocolos higienistas y la priorización curricular que ofrecerían las instituciones educativas, configurando “esos espacios a los que todos queremos
volver pero que nadie sabe con precisión cómo ni cuándo ni en qué nuevas condiciones” (Dussel, Ferrante, & Pulfer, 2020, p. 11).